Archive | May, 2013

El derecho al odio

3 May

Hay elementos de la cultura popular tan enquistados en las personas, que parecen ser parte de ellos. Parte de sus personalidades. Canciones, artistas, películas, libros… obras que se vuelven religiones de la época. De culto. Cosas que todos debemos apreciar si no queremos vernos como ignorantes o peor aún, dios no lo quiera, como estúpidos. Y todos le temen a la ignorancia y a la estupidez y sobre todo a verse ignorantes o idiotas. Yo digo que hay que liberarse y liberar a los demás para permitirnos y permitirles la hermosa opción de odiar. En Ratatouille, Gusteau decía: todos pueden cocinar y yo hoy les digo: todos podemos odiar. Adelante, sin miedo.

Con uno de mis mejores amigos, hace unas semanas hablábamos de lo mucho que nos había aburrido el Batman de Nolan. De lo infinitamente decepcionante que había sido recorrer Bogotá buscando boletas para El Caballero de la Noche, para encontrarnos con una película en la que lo más emocionante dura 10 minutos. Luego ver años después la secuela, entretenernos moderadamente, pero luego pensar bien las cosas y apreciar únicamente a Bane por su hablado raro, sentirnos tristes por el desperdicio de Anne Hathaway e iracundos por la exagerada voz de Christian Bale. Luego, con ese amigo, hablamos de cómo Iron Man sí nos divertía y cómo PARA NOSOTROS, Iron Man era más entretenido. Mi amigo me dijo si publicaba un estado de Facebook en el que mencionara este hecho, los fanboys enajenados me iban a caer en bandada. Callenge accepted. Y sí, tenía razón. Lo que no entiendo es por qué cuando digo que para mí algo es de cierta manera, debe saltar gente a decir que no. Que así no es. ¿Cómo así? ¿así no es para mí? Es solo una opinión. Es como si dijera que opino mi mamá es la mejor del mundo y salieran los demás a decir que así no es.  ¿Están diciendo que no es verdad que yo piense que mi mamá es la mejor del mundo? ¿están diciendo que no puedo pensar que mi mamá es la mejor del mundo? No entiendo.

Y así sucede con todo. Me llama mucho la atención ese hecho. Me pregunto si pasa que las personas buscan aprobación de sus pares y sienten que por eso todos deben estar de acuerdo con sus gustos. Me pregunto si sus gustos los definen tanto como para sentir que cada cosa que les dicen en contra de sus aficiones deba ser tomada como una afrenta personal. Si todo es tan frágil en su mundo que cualquier manifestación de odio contra lo que les gusta debe parecer una falta de respeto. ¿Y respeto a qué? ¿Me están pidiendo a mí, una persona que considera que ni siquiera la religión debe estar protegida por ese domo de respeto, que respete una película, una serie, una canción?

Curioso también es que las personas que saltan como hooligans enardecidos cuando alguien se queja de su película favorita (puede ser Amélie, Trainspotting o Fight Club), son los que escuchan un reguetón o un vallenato y emiten juicios de odio en contra de esta música y sus oyentes. O se burlan de los que van a ver El Paseo II. O consideran de inferior coeficiente intelectual a las niñas buenonas que se derriten con canciones de Fonseca y leen a Coelho. Ahí sí están bien la burla y el odio. Ahí sí está bien el irrespeto. Esa selección tan acomodada es lo que me molesta. No el odio, el odio es bueno y todos deberían tener derecho a odiar mientras no haya agresión. Odiar es liberador y no veo por qué tenemos que sufrir cuando alguien odia lo que amamos. ¿Que Thom Yorke parece siendo estripado por una boa cuando canta? ¿Que Radiohead es más aburrido que una piyamada con Galat? ¿Que Agatha Christie era una vieja cliché con historias predecibles? ¿Que los libros de Yasunari Kawabata están llenos de metáforas aburridas y nunca pasa nada? ¿Que John Waters es un mariconazo explotador de las miserias humanas para hacer películas malísimas? ¿Que Britney Spears está loca, Robert Downey Jr. es enano y Leonardo Dicaprio es gordo y jamás ganará un Óscar? ¿Que Terry Pratchett ya tiene un pie en la tumba y un adulto no debería estar perdiendo su tiempo en el Mundodisco? ¿Que mis gatos son incapaces de sentir amor por mí porque los gatos son malvados y egoístas? Así como estas, hay cientos de objeciones más en contra de lo que me gusta, válidas para algunas personas, inválidas para mí. Lo que importa es que todos tienen derecho a odiar a Radiohead, a odiar el ronroneo de los gatos, a odiar El Rey León, a odiar lo que quieran.

¿Si podemos irrespetar a Mahoma, por qué no podemos irrespetar a Tyler Durden? Mockus dijo que la vida es sagrada, pero sagrada es una palabra que detesto. No hay nada sagrado y los gustos de las personas sobre todo no tienen por qué estar en esa categoría.

Y claro, claro que sí tienen derecho a odiar lo que digo. Pero piensen honestamente qué aura de santidad tiene, por ejemplo, Sylvia Plath, para que todo aquel que ose odiar su obra, sea tildado de maldito ignorante. Y pregúntense por qué aquel que, en cambio, diga que E.L. James es basura, sea aplaudido como erudito. ¡Y claro que es basura E.L. James! Pero así como podemos burlarnos de la pésima manera de escribir de esta calenturienta y cuarentona señora, alguien, en el mundo, puede sentirse infinitamente aburrido leyendo Sylvia Plath, satirizar sus poemas, si quiere. Odiar. Hacer uso de su derecho a odiar.

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Esta serie de libros es algo que todos podemos odiar y siempre estaremos de acuerdo.