No puedo con las dietas, de verdad que no. Ni con las dietas ni con el ejercicio.
A veces decido ser una gorda feliz y a veces me deprimo porque subo de peso como una orca. No me decido.
A veces trago sin contar qué tanto y a veces trago lo mismo pero cuento calorías y lloro por los carbohidratos.
Y no, no voy a culpar a los medios por embutirnos un falso modelo de belleza, porque si algo es cierto es que es uno se ve más bonito flaco y sin celulitis que como una morsa sobrealimentada. No importa si los medios dicen eso también. No importa si usted es una feminista que quiere convencerse de que los gordos son hermosos. En serio, no lo son.
Mi problema real es que una buena silueta requiere sacrificios y eso es lo que no estoy dispuesta a hacer. Uno termina con un cuerpo perfecto, pero se alimenta de matas y pierde tiempo en un gimnasio, entonces ¿dónde está la felicidad? Porque la felicidad es comida y pereza. No quiero que llegue el día de mi muerte y yo concluya que pasé el 30% de mi vida en un gimnasio y comiendo cosas por cuidarme y no por su delicioso sabor. La comida saludable es inmunda. Hacer ejercicio es una lata. No lo haré.
Yo quiero ser flaca como supermodelo, pero sin esfuerzo. Sin nadita de ejercicio y sin nadita de dietas. Sueño con un aparato que me conecten a la garganta en una especie de traqueotomía, un aparato que recoja toda la comida después de haber sido masticada y saboreada. Así disfruto lo bueno que sabe sin preocuparme de las grasas asimiladas por mi sistema digestivo. Mucha gente me dice que es asqueroso, pero me parece una solución maravillosa. Imagínese: usted se conecta el tubo cuando va a tragar como marrano y toda esa deliciosa grasa pasa por sus papilas gustativas sin llegar a su estómago. Listo. Problemas de peso solucionados. Luego para alimentarse uno podría inyectarse los nutrientes adecuados y no más de 2.000 calorías diarias.
Si el aparato de mis sueños llegase a ser inventado aún nos quedaría el problema del ejercicio. Según lo veo hay dos opciones: leve ejercicio de mantenimiento del peso y ahuyentador de la flacidez o un equipo de gimnasia pasiva. El equipo de gimnasia pasiva me llama más la atención sobre todo porque podría estar comiendo y desechando deliciosa comida grasosa al tiempo que mis músculos se ejercitan solos. Sería la cúspide de lo multitasking, podría trabajar, twittear o escribir pendejadas en el blog mientras como y me ejercito. Necesito YA que alguien invente eso. Pagaré lo que sea. Le sugiero que no pierda más su tiempo leyendo este blog y salga corriendo a inventar mi precioso aparato. En serio le pago, amigo. Vaya.