Archive | May, 2011

¿Flaca miserable o gorda feliz?

30 May

No puedo con las dietas, de verdad que no. Ni con las dietas ni con el ejercicio.

A veces decido ser una gorda feliz y a veces me deprimo porque subo de peso como una orca. No me decido.

A veces trago sin contar qué tanto y a veces trago lo mismo pero cuento calorías y lloro por los carbohidratos.

Y no, no voy a culpar a los medios por embutirnos un falso modelo de belleza, porque si algo es cierto es que es uno se ve más bonito flaco y sin celulitis que como una morsa sobrealimentada. No importa si los medios dicen eso también. No importa si usted es una feminista que quiere convencerse de que los gordos son hermosos. En serio, no lo son.

Mi problema real es que una buena silueta requiere sacrificios y eso es lo que no estoy dispuesta a hacer. Uno termina con un cuerpo perfecto, pero se alimenta de matas y pierde tiempo en un gimnasio, entonces ¿dónde está la felicidad? Porque la felicidad es comida y pereza. No quiero que llegue el día de mi muerte y yo concluya que pasé el 30% de mi vida en un gimnasio y comiendo cosas por cuidarme y no por su delicioso sabor.  La comida saludable es inmunda. Hacer ejercicio es una lata. No lo haré.

Yo quiero ser flaca como supermodelo, pero sin esfuerzo. Sin nadita de ejercicio y sin nadita de dietas. Sueño con un aparato que me conecten a la garganta en una especie de traqueotomía, un aparato que recoja toda la comida después de haber sido masticada y saboreada. Así disfruto lo bueno que sabe sin preocuparme de las grasas asimiladas por mi sistema digestivo. Mucha gente me dice que es asqueroso, pero me parece una solución maravillosa. Imagínese: usted se conecta el tubo cuando va a tragar como marrano y toda esa deliciosa grasa pasa por sus papilas gustativas sin llegar a su estómago. Listo. Problemas de peso solucionados. Luego para alimentarse uno podría inyectarse los nutrientes adecuados y no más de 2.000 calorías diarias.

Si el aparato de mis sueños llegase a ser inventado aún nos quedaría el problema del ejercicio. Según lo veo hay dos opciones: leve ejercicio de mantenimiento del peso y ahuyentador de la flacidez o un equipo de gimnasia pasiva. El equipo de gimnasia pasiva me llama más la atención sobre todo porque podría estar comiendo y desechando deliciosa comida grasosa al tiempo que mis músculos se ejercitan solos.  Sería la cúspide de lo multitasking, podría trabajar, twittear o escribir pendejadas en el blog mientras como y me ejercito. Necesito YA que alguien invente eso. Pagaré lo que sea. Le sugiero que no pierda más su tiempo leyendo este blog y salga corriendo a inventar mi precioso aparato. En serio le pago, amigo. Vaya.

Gracias a mi invento podré tener un cuerpo casi así. Será como vomitar, pero mejor y sin culpas. Tampoco daña los dientes.

Mi lucha (contra los bancos)

25 May

Tengo 26 años (creo. A veces se me olvida) y mi meta es llegar a los 30 sin deudas. Mi meta es no depender para nada de ningún banco y ni siquiera tener ahorros en él.

Esto lo pienso hacer por convicciones políticas y económicas que, si usted me sigue en twitter, ya conoce y no pienso discutir en este blog (al menos por el momento), por lo que me limitaré a hacer un resumen de lo que ha sido mi (desastrosa) vida financiera.

Me gradué endeudada. No tenía trabajo y ya tenía a cuestas la terrible deuda de un crédito educativo. Es que uno sale del colegio muy lleno de expectativas y con ganas de ser profesional y al parecer piensa que el dinero del crédito es mágico y, o se paga solo, o no hay que pagarlo, o uno va a ser un profesional exitosísimo que podrá con la deuda. Y no, no se paga solo, sí hay que pagarlo y uno recién graduado se gana una miseria.

Luego, como la pendeja irresponsable que soy, salí corriendo a pedir tarjetas de crédito y el banco, como ave de rapiña que es, me aprobó 3 millones de pesos de crédito para mi sueldo de 900.000 ya menguado por cuotas mensuales de 300.000 al ICETEX. Como se ha establecido, he sido irresponsable, entonces usé las tarjetas como si no hubiera un mañana. Y lo hubo. Un mañana con cuentas y cuentas por pagar. Un mañana muy horrible.

Luego, siguiendo con la cadena de errores, pedí un crédito. Luego otro crédito. Luego refinancié la deuda, luego más tarjetas, luego las copé, luego no las pude pagar, luego mi padre (santo señor) me ayudó a pagar unas cuotas. Toqué fondo y decidí que no podía seguir tapando una deuda con 3 deudas más y que era hora de despertar a mi realidad financiera y vivir con austeridad. Decidí que era el momento de tapar para siempre ese hoyo financiero y que los bancos NO se iban a seguir quedando con mi dinero en intereses, honorarios y lo que se les ocurriera. Saqué las cesantías y pagué la mitad del crédito educativo. Me falta una parte pero las cuotas bajaron a 160.000, refinancié el crédito y las cuotas son de 300.000 y recientemente renuncié a mi trabajo y el banco, en un astuto movimiento, se quedó con toda mi liquidación. Fue una movida en contra de mi voluntad pero que después de hacer cuentas agradezco: me ha ahorrado 1.600.000 en intereses y esa deuda quedó paga.

En retrospectiva este medio año ha sido duro, pero bueno. El hoyo financiero se va cerrando y aunque no puedo darme las vacaciones que quiero, veo que en el futuro podré pagármelas con dinero REAL. Nada de créditos. Llegaré a los 30 sin deudas, ya verán (y si no, muéstrenme este post a mis 30 para hacerme llorar) y me haré una sábana de billetes que le mostraré al banco diciendo con la voz de Borat: “you’ll never have this lalalalalala”.  Seré feliz y no tendré que fingir mi muerte para huirle a mi acreedor.

Algún día me tomaré una foto nadando en el oro que el banco no me podrá quitar

Forever alone

4 May

Uno a veces no quiere ir a lugares concurridos. Uno a veces quiere quedarse en la casa leyendo o mirando para el techo. Cuando digo uno, por supuesto que me refiero a mí y cuando digo “a veces”, por supuesto que me refiero a “siempre”.

Y es que yo soy una persona aburrida y no me interesa ser de otra manera. A la gente le resulta incomprensible que en serio, en serio,  en serio, de verdad que no y no me invite más, no quiera ir de juerga. Que no quiera emborracharme en sitios públicos y que la comodidad de mi cama y acostarme temprano sean las mayores dichas.

Recientemente estuve en Cali (pachanguero, sin lugar a dudas) visitando a mi familia y confirmé por qué no me gusta esa ciudad. Mucho calor y mucha gente divirtiéndose de una manera que no comprendo. Fui a un infernal lugar de baladas como de los setenta. Lo que se podía consumir para que lo dejaran a uno estar en la parte chévere (que no era chévere, era un lupanar con luces de neón horrorosas) era aguardiente, whisky y de ahí para arriba. Yo ODIO el aguardiente y el whisky, así que empezaron por echarnos de la zona V.I.P. que era asquerosa, a una zona aún más asquerosa. Y ahí estaba la gente. Gente muy feliz cantando, retozando, sudando. Felices de estar en montonera compartiendo el sudor, pasándose los gérmenes, mezclando sus fluidos y respirando ese vaho inmundo que producía un lugar con mucha gente sudando licor. Discúlpenme si no me gusta ir a respirar Co2 exhalado por desconocidos (o por conocidos). Discúlpenme por no querer ir a un lugar en el que no puedo oír ni mis propios pensamientos. No le encuentro la diversión a eso y por ello siempre he creído que algún día seré la loca de los gatos. Ningún otro destino me espera, a menos que alguien por fin entienda lo que es el inmenso deseo de estar sola.

Y ya. Me cansé de que me digan rara por este comportamiento. Yo no me siento rara y para mí es lo más de normal. Los raros son ustedes que necesitan la compañía de una multitud para sentirse bien. Los raros son los que no se soportan a sí mismos y necesitan de otros porque su propio ser no es suficiente.  Yo soy aburrida pero conmigo misma me divierto montones (y no es lenguaje figurado para referirme a la masturbación).

foto de otra forma en la que también podría divertirme sola